Juan Carlos Calduch ©
No quiero ser tan terco y orgulloso cómo para decir que es ahora cuando empiezo a tener algunos pensamientos claros e inamovibles. Porque si lo hiciera, probablemente me estaría vendando los ojos a todo lo que pulula a mi alrededor, lo que me queda por aprender.
Así, por el momento, tendré que ponerme una de esas viseras que les ponen las mulas o a los caballos o a los burros para que sólo vean en una dirección; y ya, cuando sepa hablar, expresar y aclarar por completo mis ideales y pensamientos hasta tal punto en el que sea capaz de escupirlo de algún modo fotográfico, pictórico, lingüístico o literario decir:
Soy libre.
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